Bajo el manto nocturno, la luna sonríe cuando está en creciente, su sonrisa de luz de sol, satisface al beneplácito de los amores que saben de secretos y esperanzas ingenuas, en tiempos de caminatas con dirección desconocida.
La luna sonríe cuando las sonrisas de los mortales cuerdos se apagan, cuando empiezan sus desesperanzas en estados desolados y los orates danzan con parejas invisibles y son felices.
La luna sonríe cuando sutilmente ilumina a los viandantes ciegos que se abrazan a las lumbres de su imaginación hermosa y doliente, oculto bajo mantas a vista de los espectros.
La luna sonríe bajo las urbes inescrupulosas y tangibles, entre siluetas de algunos extraños que intercalan sus acciones con el sonido de lejanas campanas de templos contemporáneos que conservan antiguas creencias.
La luna persiste en su sonrisa en el día catorce del cuarto mes del año dos mil trece de la era cristiana, año cinco mil cuatrocientos diecinueve de la era de los caídos, la era de los Zinc.
Autor:
Raúl Silverio Carbajal©
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