Un corazón extraño produce latidos monótonos, complicados y estrictamente desapercibidos.
La respiración sin sentido agolpa el cansancio producto de eternas caminatas junto a desconocidos que saben absolutamente nada de los abrazados en noches de gritos silentes.
Los pasos deambulan en el triste observar de la memoria guarecida en los espasmos de imágenes febriles y hermosamente magníficas para un mundo desolado.
Se pierde el uso de la razón y la sensación diferente recorre el sistema nervioso que intenta discernir la ocurrencia para despertar en el salón natural y lejano del bosque.
El sobresalto escapa del aliento y los ojos turbios se aclaran de manera intempestiva antes de la aparición del raciocinio.
Es la hora de los fantasmas, en el bosque de los fantasmas.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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foto: google
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