miércoles, 8 de mayo de 2013

Calles


Pasada las dos de la tarde, había caminado en calles concurridas por insolentes de colores, mis pasos sin rumbo y mi pensamiento agotado me llevaron a la deriva de los momentos instantáneos y cruciales como el despertar de un sobresalto.

Caminaba con la mirada extraviada en movimientos propios del deambular sin saberlo, en mis oídos, unos audífonos que expulsaban sonidos grises que moldean figuras y vivencias lejanas y prontas, me acompañaban con sus imágenes invisibles y táctiles a mis manos que sostenían un cigarrillo consumido a la mitad.

El horrible sonido de los autobuses se agolparon cuando me parecía despertar de un lapsus interior y mi vista se fijó hacia la esquina de la calle en la que me había detenido, sentí una tibieza en los sentidos cuando supe que me encontraba en el lugar donde fuera un beso nocturno con aroma a tu nombre y sueños míos capturados en tu corazón de dama y mi idolatría confesa y eterna.

Allí estaba yo, tan solitario en la muchedumbre que transita de ida y vuelta, sintiéndome un tonto en la caricia ausente de tu presencia.

Autor: Raúl Silverio Carbajal

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