Bajo la luz de la luna
Luego del solsticio de invierno
Los amantes se vieron tan juntos como siempre
No había marcha atrás, les embargaba el más profundo sentimiento en sus corazones, y ello les era recíproco
El roce de sus libidos era la ternura de sus ojos en el éxtasis de sus nombres que terminaban en ese gemido de placer doliente.
- Te amo, en mis días, en mis noches y en mis sueños, le dijo Él; y Ella respondió: - Te amo y te amaré hasta más allá de la muerte. Y entonces, se amaron en un beso sin protestas para el advenimiento.
El tiempo pasó como suele pasar desde antaño. Los amantes fenecieron en su materia corpórea y temporal en su estadía transitoria para esa lógica masiva poco útil. Los amantes aún caminan juntos, como desde antes y como siempre, en el silencio de lo inevitable.
Un cuervo los acompaña en su viaje eterno.
Luego del solsticio de invierno
Los amantes se vieron tan juntos como siempre
No había marcha atrás, les embargaba el más profundo sentimiento en sus corazones, y ello les era recíproco
El roce de sus libidos era la ternura de sus ojos en el éxtasis de sus nombres que terminaban en ese gemido de placer doliente.
- Te amo, en mis días, en mis noches y en mis sueños, le dijo Él; y Ella respondió: - Te amo y te amaré hasta más allá de la muerte. Y entonces, se amaron en un beso sin protestas para el advenimiento.
El tiempo pasó como suele pasar desde antaño. Los amantes fenecieron en su materia corpórea y temporal en su estadía transitoria para esa lógica masiva poco útil. Los amantes aún caminan juntos, como desde antes y como siempre, en el silencio de lo inevitable.
Un cuervo los acompaña en su viaje eterno.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
© Derechos Reservados
Imagen: google
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