– Brenda. Hermosa Brenda.
Hembra delgada. Aprendiz de rebelde y mentirosa como solo tú sabes.
Cuando te observo en tu quehacer ordinario, bien sé que obvias mi vista sobre tu cuerpecito que dejas admirar a quien mejor te parece.
– ¿Que maldita diferencia hay?
– Hummm..... Yo lo sé... y tú también.
– Bah!
Durante mi rutina de holas y hasta mañanas, es a mi visión el delineo de tus pequeños senos blancos, tu vientre calmado que ondula tu cintura grácil que me impulsa a abrazar tus caderas y piernas flacas...
Que fácil es empezar a soñar contigo pequeña, pero que difícil es detenerse.
Fue sin querer... Una vez rocé mi mano a la tuya. Fue un tacto cielo-terrenal propio de seducción, y ya que menciono la palabra seducción, créeme Brenda, son tus cabellos oscuros, largos y ondulados que juegan y me seducen hacia ternuras críticas a copular contigo.
¿Sabes? Cuando estoy a solas y mi noción es lejana, imbecil y exhausta de expulsar espurios al vacío, la imagen e idea no me alcanza para inventarte, pues no sé de tus pequeñitas pupilas y el ligero despliegue de tus labios a decir oraciones de amor. Tampoco sé del rictus de tus secretos indolentes a ser crucial; entonces, es cuando mi rostro desvaría en el cierre de mis párpados que logran el oscuro de tu espesa cabellera que palpa tu desnudes y que mis dedos viste para lograr crepúsculos mientras recito tu nombre.
– Brenda. Hermosa Brenda.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
Sud América / Perú
Hembra delgada. Aprendiz de rebelde y mentirosa como solo tú sabes.
Cuando te observo en tu quehacer ordinario, bien sé que obvias mi vista sobre tu cuerpecito que dejas admirar a quien mejor te parece.
– ¿Que maldita diferencia hay?
– Hummm..... Yo lo sé... y tú también.
– Bah!
Durante mi rutina de holas y hasta mañanas, es a mi visión el delineo de tus pequeños senos blancos, tu vientre calmado que ondula tu cintura grácil que me impulsa a abrazar tus caderas y piernas flacas...
Que fácil es empezar a soñar contigo pequeña, pero que difícil es detenerse.
Fue sin querer... Una vez rocé mi mano a la tuya. Fue un tacto cielo-terrenal propio de seducción, y ya que menciono la palabra seducción, créeme Brenda, son tus cabellos oscuros, largos y ondulados que juegan y me seducen hacia ternuras críticas a copular contigo.
¿Sabes? Cuando estoy a solas y mi noción es lejana, imbecil y exhausta de expulsar espurios al vacío, la imagen e idea no me alcanza para inventarte, pues no sé de tus pequeñitas pupilas y el ligero despliegue de tus labios a decir oraciones de amor. Tampoco sé del rictus de tus secretos indolentes a ser crucial; entonces, es cuando mi rostro desvaría en el cierre de mis párpados que logran el oscuro de tu espesa cabellera que palpa tu desnudes y que mis dedos viste para lograr crepúsculos mientras recito tu nombre.
– Brenda. Hermosa Brenda.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
Sud América / Perú
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