La Fémina hallada en los albores de los días de terciopelo, bajo las mantas de las ilusiones de artificios y amparada tras los vidrios de los ventanales de veranos ascendentes, se difumina en el contrito de la sonrisa que la cobija.
La Fémina de los cielos ponientes y nocturnos matutinos que alberga un corazón lúcido, se difumina en las nubes de los ensueños del ideal descubierto entre calzadas bajo urbes de simples.
La Fémina de mis renglones en blanco, besos cálidos en los míos y piel aroma a canelas que me seducen, se difumina en el camino de las musas que no conoceré.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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