jueves, 24 de enero de 2013

Tus Manos


Dame un poco de la tibieza suave de tus manos, necesito esas flores tuyas que acariciaron mi dermis homicida en singular, tan solo quédate y dame un poco de tu tiempo gratuito para conjurar en la mente que se desquicia desde la lejanía, ese amor por tu existencia, aunque, sé que vagas en los albedríos de los caprichos intencionados de las consignas de la vida fútil.
 
Dame un poco de tus manos y camina conmigo cuando todos nos miran en las avenidas o calles estrechas, llenas de sombras que buscamos para un poco de comprensión que ambos sabemos, lejos del sol, lejos de la luna, lejos de los mediocres impuestos que escupen los rostros.
 
Dame un poco de tus manos que una vez acariciaron mi alma e hicieron darme cuenta, que aún estaba con vida, aunque de manera invernal en los veranos sin sentido que cambiaste con tus tactos, esos tactos de piel que adormecieron mis sentidos hasta lograr que creyera en un cielo habitado por un dios antagónico.
 
Dame un poco de tus manos y no me dejes morir en solitario, aunque, ya conozco ese destino, pero a diferencia de otros tiempos, hoy lo detesto y lo aborrezco y lo odio, porque simplemente me topé contigo y me hiciste sonreír el alma, alma que ya no sabía creer en eso que los poetas saben desde el momento cuando se concibe una chispa de luz invisible en los ojos, en  mis ojos que buscan siempre los tuyos en un acto de amor tan contrito y tácito
 
Dame un poco de tus manos, solo un poco, has el intento desde esa lejanía de rutinas y autopistas que parecen desaparecer en la distancia, y, si no quieres venir conmigo, dame un poco de tus manos a manera de casualidad, atraviesa mi tórax y arráncame el corazón, entiérralo en un lugar que solo tú sabrás, y sigue en la vida fútil, la diferencia está que al menos tendrás todo de mí en tu memoria, en tu acción, en el simultáneo de los sentimientos y de mi cuerpo que deambula muerto.
 
Autor: Raúl Silverio Carbajal
© Derechos Reservados
 
foto: google

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