La dama ya danza en el bosque, cerca de los espíritus extraviados en sinfonías extrañas.
La dama ya danza en el solitario de ojos mortales, en líricas ocultas que envuelven sus pensamientos que le acarician su frágil piel blanquecina con aroma a bosque.
Los árboles se mecen con el viento e intentan seguir sus movimientos mientras el vaivén de sus raíces entonan ritmos lejanos y olvidados en la fertil tierra.
Los habitantes o prójimos del lugar, aves, venados, sierpes, libélulas, ardillas y más, la observan deleitándose con esas articulaciones en la pureza de su lascivia en forma de mujer.
Los duendes observan y escudriñan su preciado oro para obsequiárselo a la dama del bosque.
Autor:
Raúl Silverio Carbajal
© Derechos
Reservados
foto:
google
No hay comentarios:
Publicar un comentario