Pernoctar dos noches en una habitación deprimente, oyendo ruidos domésticos, conversaciones tras la puerta que no me interesa oír, además de ruidos de vehículos pesados en la carretera... Salí a caminar "sin rumbo", buscando un poco de mejpr ánimo, hubo una grata llovizna repentina, relámpagos y truenos que me arrancaron una sonrisa mientras escuchaba un poco de música nocturna en compañía del aroma de un cigarrillo.
Terminé en un parque de gratos recuerdos tornasol y fotos de papel, entre ellas, una luna en blanco y negro adjunta a una promesa que cabe en un beso, en mi pensamiento y en los labios callados de la dama ausente. Había un perro que me ladraba, tanto tiempo estuve allí que se hizo mi amigo... minutos después de la medianoche.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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foto: google
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