Los cimientos de asfalto de la urbe son cubiertos por la tenue luz de la noche
Las luces adrede se difuminan en los rincones de nombres sin sentidos y los pasos de los viandantes rutinarios están ausentes.
Las brujas no duermen, los amos de los bosques se han rodeado por pilares de piedra antigua para el sortilegio primario, y los seres condenados en su estado hermoso se congregan en el silencio de los lejanos y en el rumor de calles vacías que ocultan raíces en sus entrañas de silencios.
El desvelo de los oscuros felinos logra congeniar con sus auras capturadas y en salvaguarda del mundo contaminado. Ellos comulgan a través de sus ojos acuosos y su existencia genuina que permanece en su libre misterio.
La noche es eterna, ya no existe el sol, ya no existe la maldad de los humanos, la noche ha triunfado.
Las luces adrede se difuminan en los rincones de nombres sin sentidos y los pasos de los viandantes rutinarios están ausentes.
Las brujas no duermen, los amos de los bosques se han rodeado por pilares de piedra antigua para el sortilegio primario, y los seres condenados en su estado hermoso se congregan en el silencio de los lejanos y en el rumor de calles vacías que ocultan raíces en sus entrañas de silencios.
El desvelo de los oscuros felinos logra congeniar con sus auras capturadas y en salvaguarda del mundo contaminado. Ellos comulgan a través de sus ojos acuosos y su existencia genuina que permanece en su libre misterio.
La noche es eterna, ya no existe el sol, ya no existe la maldad de los humanos, la noche ha triunfado.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
© Derechos Reservados
Imagen: google
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