lunes, 3 de agosto de 2009

Los gatitos también van al cielo

¿Has sentido el deslizar de tus dedos sobre el suave pelaje de un lindo minino?

¿Has oído el arrullo de su ronquido y ronroneo cuando se recuestan sobre sus lados en alguno o cuando se asean?

¿Has oído el maullido grácil y a veces agudo de estos pequeños peluches?

- Yo he sabido de esto y más...

Toda mi vida estuve rodeado de mininos. De hermosos y gráciles mininos.

Hace poco tuve uno. Se llamaba Ponchi. Tan pequeño el, tan travieso y tan audaz, también tan renegón.

Su miniaturizado corazón apenas palpitó 57 días con sus noches y varias horas, pues le cayó un edificio encima y maulló con sus pocas fuerzas, sangró de la nariz, intenté rescatarlo y cuando lo tuve en mis manos me miró aturdido por el golpe y supo que yo estaba allí para cuidarlo y confiado perdió el conocimiento.

Pasaban las horas y no despertaba. Su cuerpecito magullado se hacia frío y su pelaje ya no le abrigaba, así que lo arropé con una chompa y logré darle algo de calor, también con mi aliento y mis manos calientes luego de frotarlas.

Estuvo dormido-inconsciente toda la noche y todo el día siguiente. El veterinario no pudo hacer nada para reanimarlo.

Cuando llegué a casa luego del laburo, mi gatito seguía inconsciente, y al acariciarlo con suaves masajes, este apenas reaccionaba con un imperceptible movimiento de sus garritas que intentaban aferrarse no solamente a mis dedos o de algo, sino más bien a la vida. Sus débiles intentos no pudieron salvarlo, lo más triste es que yo tampoco.

Debo decir que todas sus maneras durante su corta estancia me satisfizo con sus juegos de felino que añoran seguir pequeños y sueñan a ser grandes.

Por allí, en algún lugar extraviado tengo una foto de Ponchi. No es la mejor toma pero allí está, tan pequeño y hermoso.

Fue un lindo minino. Ahora sé que maúlla y ronca tranquilo en el libre cobijo del cielo, porque Dios también tiene gatos y mi Ponchi está con El.

Es seguro que mi gatito, luego de correr y trepar, jugar y comer a sus anchas, ha de quedarse dormido, acurrucándose y haciéndose una bolita sobre la barriga del hacedor.

Ahora estoy tranquilo. Porque después de muchos años, recién se que los gatitos también van al cielo.

mrrrrrrr... miau...

Autor: Raúl Silverio Carbajal
Sud América / Perú

1 comentario:

Sofia Araya dijo...

De niña imaginaba que los animales tenian un cielo diferente al de los humanos, es decir un cielo mas bajo, a la altura del techo de mi casa. Ahi se irian los ratones y los insectos (unicos animales que habitaron alguna vez mi casa). Nunca supe de un cielo felino, pero si tu dices que existe, puede ser.