Hoy, martes veintidós de abril del dos mil ocho (y todavía no se acaba el mundo, aun cuando los testigos de Jehová pronostican fechas para el fin del globo terráqueo), desperté a las seis y veinte de la mañana. Anoche se me olvidó activar la alarma de mi viejo reloj.
Fue mi vieja quien me pasó la voz. Salí a prisa de mi cama, tuve que lidiar con el escaso tiempo para llegar a la oficina. un duchazo fugaz, un desayuno al estilo fuerza aérea, correr tres cuadras hasta la avenida... y, a duras penas alcanzar el segundo bus de turno para luego aguardar la paciencia de tortura del transporte urbano, y solo atiné a la indiferencia cuando estuve en el cruce de las avenidas habich con la panamericana norte, pues allí están construyendo un bypas... El lugar es un caos, aun con policías guiando el tránsito pesado, mediano y ligero y demasiado ligero (los transeúntes).
.
Ni que decir del centro de Lima, en la avenida Garcilazo de la Vega (antes Wilson) el tránsito es relento, lo mismo en Arenales y Javier Prado. Al bajar del bus otra vez a correr... casi me choco con un poste.
.
Llegué a mi centro de laburo a las ocho y trece minutos (bonito número, me recuerda a una de las nalgas de susy díaz, fue ese número trece pintado en una de sus nalgas que la llevó al congreso de la república... plop) es un hecho que estaré sujeto a un descuento, ojalé no sea mucho, en fin... ya no olvidaré de activar la alarma de mi viejo reloj. - Eso espero.
Autor: Raú Silverio Carbajal
América del Sur / Perú
No hay comentarios:
Publicar un comentario