El ondulante sonido de la música oscura cuando pasada es la una de la madrugada, me hizo recordarte en mi fantasía de cielo y de infierno carente de leteo.
Sin poder conciliar el sueño, en un diminuto vaso le agrego el dulce vino que
adrede adorna mi habitación, fue a siniestra la acción, pues el
manifiesto del romance aún lo conservo cuando más indiferente y lejana
te encuentras, amiga mía.
Y otra vez, el vino sabe a tus labios suaves y cálidos, y tu nombre se hace oración y muero en mi propio espacio.
Simplemente hoy me acordé de ti, como cada noche, día, madrugada y
temporales en lo atemporal para saber demás que deambulas en el interior
de mi aura que se agobia en su propio silencio, para un sentido
desarticulado y para abrazar un vacío con tus formas que un día fueron
mías en la ternura de tu sapiencia y en mi razón que siempre sabe de tu
crucial amor.
Ya pronto amanece y los bullicios se aglomeran en una porfía insulsa que no cambian absolutamente nada.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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