Olvídame en tus días cotidianos.
Mátame con tu felonía.
Escupe mi gracia con tu silencio.
Arrójame al leteo para arrancarte de mí estúpida alma.
Quema los pergaminos de nuestras historias y de las memorias de los cantos en hadas de los bosques, conviértete en sus homicidas y sonríe hermosa, como Ángel.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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