Me olvide de cómo es una sonrisa.
Me olvidé de cómo se dibujan los pliegues y el rictus del previo.
Me olvidé de ese contracción interna que evoca el placer casual.
Me he olvidado de sonreír.
Soy como una estatua cuyo escultor no le puso el semicírculo en el bajo rostro, como los extraviados ángeles de mármol que permanecen sombríos y tácitos en los recintos de las almas capturadas.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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