martes, 8 de octubre de 2013

Ojos Marrones


 Marrones, marrones, marrones, marrones... Sus ojos marrones, marrones, marrones, marrones...

Edil, caminaba despacio y contrariado bajo el inclemente sol del mediodía, no podía dejar de pensar y pronunciar en su mente el color de los ojos de Julia a quien después de varios años de lejanía se reencontraban en una conversación casual, intuitiva y adrede. Julia lucia algo diferente a la última vez que Él la vio y que fuera tantas veces como la primera vez, como aquellos días de atardeceres continuos, como aquel atardecer en particular de hace cuatro años en el mes de septiembre y  cercanos a bullicios se conocieron, entonces "Ella" lo había mirado fijo a los ojos, y el presenció el iris de sus ojos bien definidos en un tono marrón diferente y hermoso, combinada con toda ella, con el color de su piel, de su cabello, de sus armonías y de su voz; sin embargo ahora "Ella" estaba distraída  como existiendo en otro mundo mientras las palabras de ambos se almacenaban en las memorias y en sus bocas. Edil, buscaba sus ojos con los suyos, una y otra vez, repasaba cada movimiento de Julia y le perturbaba los reflejos del sol en los vidrios y objetos en la habitación que hacía de sala de visitas. El tiempo se fue agotando y tuvieron que despedirse, no sin antes quedar volverse a ver en unos cuantos días, pero las diferencias había hecho una muesca inasible en su vivencia.

Edil, echó a andar en el camino de tierra polvorienta y de piedras que lo llevaban hacia el asfalto oscurecido.

Edil, soltaba una oración de silabas en su mente que dibujaba líneas de canelas y almendras con aroma fértiles en su vaivén de prosas.

Marrones, marrones, marrones, marrones... Sus ojos marrones, marrones, marrones, marrones...

Sobre el tejado de una de las casuchas cercanas, se asoma inmóvil la figura de una gárgola de piedra que sonríe con una mueca carente de sonido mientras observa alejarse a Edil.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
© Derechos Reservados
foto: google

No hay comentarios: