martes, 8 de octubre de 2013

Verona


Verona se deleita con el tibio purpura en el vidrio.

La caza a comenzado, el brindis está dispuesto para el gris del día, mientras las nubes ocultan al sol. El desgraciado fenecido no alcanzará la eternidad, tan solo fue alimento momentáneo de placer vano, casual, de sonrisas y espacios de lujuria animal tan igual como la insensible humanidad.

Verona sonríe, plácida y hembra, propia de un capricho inmortal.
 
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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foto: google

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