Un
nuevo cielo expira en el tumulto de las distancias de terciopelos, y en
el aire, vuelan perfumes y romances que se quedaron en los horizontes
de cuando se cae el sol.
El viandante oscuro busca tus ojos en donde se pueda reflejar su destino compartido de ángeles y demonios y el eterno amorío en el cálido de las sonrisas de luz.
Dama de mi cielo, ocultas tus ojos en el ciego de lo fortuito que embalsama cada acción hermosa que ahora aprecias en el intento de arrojarlo al olvido, en calles ajenas de tumulto y ruidos extravagantes e impuestas y cercanas al odio de tu corazón de luna.
El sortilegio del imposible olvido de hace siglos, se hace inevitable en la ironía de tu autoría en tal acción de amor.
El viandante oscuro busca tus ojos en donde se pueda reflejar su destino compartido de ángeles y demonios y el eterno amorío en el cálido de las sonrisas de luz.
Dama de mi cielo, ocultas tus ojos en el ciego de lo fortuito que embalsama cada acción hermosa que ahora aprecias en el intento de arrojarlo al olvido, en calles ajenas de tumulto y ruidos extravagantes e impuestas y cercanas al odio de tu corazón de luna.
El sortilegio del imposible olvido de hace siglos, se hace inevitable en la ironía de tu autoría en tal acción de amor.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
© Derechos Reservados
foto: google
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