jueves, 15 de enero de 2015

Sueño, Amor y Muerte




Rael había despertado sobresaltado, recordaba un sentido de dolor en recuerdos e imágenes que desaparecían con la complicidad de la luz del día.


Rael cerró sus ojos, adormecido y dormitando para lograr esa retrospectiva de imágenes móviles e invisibles que habitan en la memoria y empezó a hilvanar la historia reciente en la conciencia del sueño. Había estado caminando por calles viejas, por asfaltos sobrios y con un acontecimiento de dolor en el alma; caminaba a prisa mientras que Nina apuraba el paso para no quedar rezagada en esa caminata con rumbo conocido en sueños pasados.


Los tumultos de personas e ignorantes de todo seguían su rutina de idas y vueltas sin importancia.


Rael sabía que lo que había acontecido le causaba pánico y un mundo sin esperanzas de cielo y ternura; de pronto, todo su interior se había vuelto marchito y sin sentido de existencia.


Unos minutos bastaron para llegar a su destino, Rael estaba frente a una vieja casona de quincha y madera; la reja de hierro y oxido, el piso empedrado y macetas con plantas descuidadas que hacían de jardín, le traían imágenes pasadas, sonrisas y albas para un hermoso atardecer; ahora era diferente y lúgubre, sus pasos se hicieron lentos y la mirada fija a manera de ausente con ese miedo infantil que mostraba en su semblante.


Rael cruzo el portal de una de las habitaciones envejecidas y allí estaba todo. 


Un sudor frío le recorría el cuerpo y el alma, sus labios endurecidos no atinaban a pronunciar frase alguna, tan solo un ademán acentuando la cabeza. 


Yrina, se encontraba tendida sobre un tul azul, adornado con flores rojas sobre el piso de madera desteñida. Estaba hermosa y sencilla, su piel color miel ahora era blanquecina y extraña, sus facciones se enternecían con algunas líneas de sombras. Yrina no respiraba, se había ido de este mundo de una manera rara con sus versos de amor y sus historias guardadas en su corazón. Rael cayó de rodillas frente a Ella, le beso las manos y la frente para luego quedarse en un ligero rose en sus labios todavía de fresas. Rael pronunciaba a voz baja el nombre de su amada junto a una oración que guarda el inicio de esa esperanza de amor de auras, pues así lo entendió, así empezaba el recorrido hacia el plano hermoso de la muerte, imposible de lágrimas y el cielo se abrió para El junto a su amada en ese pronto destino de romance que empezaría luego de lunas que juntos guardaron en sus noches clandestinas.


Rael se había quedado abrazado a Yrina, sintió que Nina le tocaba el hombro a la vez que decía alguna estúpida frase de consuelo. Entonces el dolor se hizo inmenso e imposible de sostener cuando Rael despertó.

Autor: Raúl Silverio Carbajal
© Derechos Reservados

Imagen: google

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