Princesa Valerius.
El sol cae y la noche se adueña de los desafortunados.
La niebla envuelve al bosque y al pueblo de tu natalicio. Sus ocupantes duermen en el miedo de los extraviados cuando las alas suenan en el viento presto a robar sus almas.
El tiempo se hace escaso, y la condena crece en la promesa de tu padre que se consigna a más, mientras el oculto junto a su artificio de poblar con su estirpe, continúa en el clandestino de sus muros de hielo tras el pergamino con marco de espejo y la antorcha.
Nuevo rumbos acaecerán en tu morada y en tu osadía, hermosa princesa de los justos.
El sol cae y los vientos traen los sonidos de muerte. El acero en tus manos busca el fin de los nocturnos eternos.
El sol cae y la noche se adueña de los desafortunados.
La niebla envuelve al bosque y al pueblo de tu natalicio. Sus ocupantes duermen en el miedo de los extraviados cuando las alas suenan en el viento presto a robar sus almas.
El tiempo se hace escaso, y la condena crece en la promesa de tu padre que se consigna a más, mientras el oculto junto a su artificio de poblar con su estirpe, continúa en el clandestino de sus muros de hielo tras el pergamino con marco de espejo y la antorcha.
Nuevo rumbos acaecerán en tu morada y en tu osadía, hermosa princesa de los justos.
El sol cae y los vientos traen los sonidos de muerte. El acero en tus manos busca el fin de los nocturnos eternos.
Autor: Raúl Silverio Carbajal
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foto: google
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